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6.1.07

A prisión por filtrar información privilegiada

Un joven analista de 24 años que trabajaba en Merrill Lynch se convertirá en el primer empleado de banca de inversión que pisa la cárcel por un caso de uso de información privilegiada a gran escala.
Stanislav Shpigelman fue condenado ayer viernes por un tribunal en Manhattan (Estados Unidos) con 37 a 46 meses de cárcel por ser el cerebro de un esquema ilícito que le permitía usar información privilegiada en beneficio propio y de sus compinches. La trama financiera, que permitió defraudar 6,7 millones de dólares afectando a títulos de una veintena de empresas, fue desmantelada por el FBI en abril de 2006 y en ella participaba Shpigelman junto a un empleado de Goldman Sachs, Eugene Plotkin, a quien conoció en la Universidad. El joven pasaba a sus cómplices información secreta que manejaba la división de fusiones y adquisiciones de Merrill Lynch sobre operaciones pendientes. Plotkin hacía circular después los datos entre otras personas que operaban desde Europa.
Los dos colaboraban con David Pajcin, a quien Plotkin conoció en Goldman. La relación de los tres delincuentes de cuello blanco se estrechó en el Club 88, en Manhattan. Plotkin, según la fiscalía, reclutaba a posibles fuentes dentro de los bancos de inversión para que le suministraran información sensible. Por otro lado, contaba con el apoyo de dos empleados de una planta de impresión de la revista Business Week, que les pasaban copias de la columna Inside Wall Street, con lo que accedían a sus recomendaciones bursátiles con antelación.
El FBI empezó a investigar a estos tres individuos en agosto de 2005 y la recopilación de pruebas llevó ocho meses. El movimiento de las acciones de Reebok antes de la compra por parte de Adidas despertó las sospechas de las autoridades. Los implicados también operaron entre 2004 y 2005 con información privilegiada de cinco operaciones de fusión pendientes de completarse, como la compra de Gillete por Procter & Gamble y la fusión de Cinergy y Duke Energy.
Los jóvenes eran compensados con pagos en efectivo por las ganancias que obtenían los individuos a los que pasaban la información confidencial. La pena máxima que podía haberle caído a Shpigelman por sus fechorías era de 55 años de prisión, al estar considerado como el cerebro de la trama junto a Plotkin, sobre el que pesan cargos para ser condenado con hasta 70 años de cárcel. La fiscalía buscaba que este caso sirviera de ejemplo para evitar que otros sigan los mismos derroteros en Wall Street.
El joven dijo ayer ante el juez de distrito Kenneth Karas que su acción es "inexcusable" y pidió "perdón", aunque explicaba que sus cómplices le presionaron. Pero la fiscalía dice que el analista era un "topo" dentro de Merrill Lynch y una pieza clave en la trama.