Ésta es la era de los súper ricos. Esta nueva élite -formada exclusivamente por personas con fortunas que superen los 1.000 millones de dólares- ha crecido tanto en los últimos tiempos que sus lujos y excentricidades se han convertido en una cuestión pública que muchos miran de forma crítica y otros observan con envidia. Pero el aumento de la riqueza ha provocado un fenómeno hasta ahora inaudito: los súper ricos quieren desmarcarse de los simples millonarios. El lujo está al alcance de demasiados, sobre todo por culpa de internet ya que todo se puede comprar con un simple clic de ratón y ahora se busca lo exclusivo sin caer en la trampa de lo hortera o vulgar.
El suplemento How to spend it (Cómo gastar) del Financial Times es la Biblia de los súper ricos. En él se puede encontrar la forma más exclusiva de gastar y huir del lujo ordinario y masificado, desde viajes de ensueño hasta piezas de arte.
Uno de los caprichos que más éxito tiene entre los poseedores de grandes fortunas son los submarinos privados. Los barcos han pasado de moda y los ricos más excéntricos han empezado a comprar estas naves de lujo con las que se puede explorar el fondo marino por unos 8 millones de dólares.
Otra de las diversiones más populares es el turismo espacial, desde que el magnate estadounidense, Denis Tito, abriera la posibilidad de pagar por viajar a la Estación Espacial Internacional.
A pesar de ello, los que prefieran quedarse en la Tierra tienen la posibilidad de comprarla. Una agencia inmobiliaria de Marbella (España) tiene en venta, actualmente, la isla más cara del mundo. Se trata de 3,2 kilómetros de tierra paradisíaca en el Pacífico Sur que cuesta 88 millones de euros. Y es que los súper ricos intentan huir de lo que consideran más típico, como comprar una mansión en Dubai, tener un móvil Vertu bañado en oro o volar en primera con Cathay Pacific, la aerolínea que da un mejor servicio a sus pasajeros. Una opción es alojarse en el hotel construido más caro del mundo, La Gran Mansión, en Las Vegas (EE.UU.), o ir un poco más allá y buscar la suite más exclusiva. Se trata de una enorme habitación situada en un puente entre dos edificios en el Hotel Atlantis, en las Bahamas. Pasar una noche allí, con mayordomo incluido, cuesta unos 25.000 dólares.
Como residencia fija los súper ricos han escogido Londres (Reino Unido) y la han convertido en su Meca. La capital británica es el destino que más crece en número de multimillonarios que se trasladan a vivir para evadir impuestos ya que Hacienda no grava los negocios fuera de Gran Bretaña. Todo un hallazgo para seguir multiplicando beneficios y decidir cómo gastarlos.