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11.2.10

Yo también quiero caerle bien a mi jefe

No toda relación con los superiores debe ser inexistente, tirante, o incluso temerosa. No es tan complicado caerle bien al jefe sin necesidad de hacerle la rosca. Bien llevado, todo repercutirá positivamente en nuestra situación laboral y a buen seguro aportará también numerosos beneficios a nuestra vida fuera de nuestro lugar de trabajo.
Lo primero de todo, acércate a él. Intenta crear una buena relación con tu jefe, cercana pero sin caer en lo chabacano ni en los amiguismos. No hay porqué tenerle miedo. Es tu jefe, de acuerdo, pero tampoco debes hacerle la reverencia o que el respeto se convierta en temor, sudoración cada vez que lo ves acercarse por el pasillo o temblores en las piernas cuando te manda acudir a su despacho. Acércate, ayúdale en todo, conviértete en imprescindible, sé su mano derecha. Pero una cosa es ser su más estrecho colaborador y otra convertirse en un perrito faldero con el que se tropieza cada vez que intenta dar dos pasos seguidos.
Segundo, calla y escucha mucho, aunque ya sepas de lo que habla, escucha. Sé humilde. Es probable que tu formación y experiencia supere a la de tu jefe pero aún así, si le pisas cada frase o no le dejas acabar casi nunca, terminará por odiarte o incluso llegará a temer por su propio puesto. Eso no significa que te calles si observas que existe algún error en sus propuestas. Dale la razón si de verdad crees en lo que te está comunicando pero si no, sé siempre sincero: un buen jefe debe agradecer la sinceridad de aquellos que están por debajo de él en el escalafón de mando, y siempre necesitarán de alguien que les ayude a mantener los pies sobre la tierra y no sumirse dentro de una burbuja ajeno a todo. A los jefes les gustan los empleados con garra, valientes, decididos, aquellos que están dispuestos a asumir riesgos para evolucionar y evitar que las cosas se queden paradas eternamente. Este tipo de actitud demuestra que a la persona le gusta su trabajo, que tiene ambición y, sobre todo, espíritu profesional y de negocios.
El trabajo en equipo es también una de las cosas más valoradas en las empresas por los jefes, y un buen ambiente de compañerismo. En tu mano está poner de tu parte en conocer a todos los que te rodean, no solamente el nombre o el cargo que ocupan, sino cómo son. Relaciónate, porque da muy mala impresión que el jefe te hable de alguien y tú no sepas de quién o qué habla a pesar de que lleváis trabajando juntos bastante tiempo. Es lógico que no todos los compañeros de trabajo te caigan bien, pero tampoco le vayas al jefe con esas historias. Ahórrate quejas, insultos o comentarios sobre los demás, porque lo que menos quiere un jefe en el trabajo son rumores o mal ambiente.
Todos nos hemos equivocado en alguna ocasión. Cuando esto sucede, hay que reconocerlo. Si estás en esa situación, sé humilde y admite el error, del tipo que sea, no intentes esconderlo y mucho menos endosárselo al pobre recién llegado o al becario de turno. Nunca dejes de lado valores como la humildad, la transparencia y la honradez -no sólo en el trabajo, sino en la vida- si quieres mirarte sin vergüenza en el espejo y sentirte orgulloso cada mañana al despertar y dirigirte a tu puesto de trabajo.
Finalmente, igual llevas años en la misma empresa, pero a buen seguro todavía hay alguien que te supera en antigüedad. Intenta acercarte a estas personas y potenciarlas, porque la experiencia es todo un grado a respetar y un requisito fundamental para tener éxito en los negocios. Si tu jefe ve que buscas lo mejor, que trabajas en equipo y que no temes potenciar a otros incluso en detrimento tuyo, verá que eres alguien del que merece la pena fiarse y te ganarás su confianza y su respeto.