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2.9.10

Un amplio número de trabajadores no sienten "los colores" de su empresa

Está claro que todo el mundo trabaja por dinero. Sin embargo, existen incentivos que hacen menos difícil eso de levantarse por las mañanas y mucho más llevadera la jornada laboral.
Las condiciones de trabajo, los compañeros, las tareas definidas... condicionan enormemente el estado de ánimo de cualquier empleado. Pero, ¿qué hay de la empresa? ¿De sus proyectos, de sus ingresos, de sus objetivos? Bueno, hablando en términos generales, esto no es un factor que preocupe ni importe demasiado al empleado. El trabajo se ve como algo propio, individual, a pesar de formar parte de un complejo colectivo. Por tanto, lo que se cuece arriba, los intereses generales, no son ni fuente de motivación ni fuente de tristeza. Simplemente, no están en la mente de la mayoría de los trabajadores. Si las cosas van mal, es cierto que puede saltar la alarma por miedo a perder el puesto de trabajo, pero en absoluto por la posible quiebra de la empresa.
Esta escasa integración moral tiene efectos y consecuencias negativas importantes ya que está suficientemente demostrado que el sentimiento empresarial mejora notablamente los resultados, ya que no es lo mismo cumplir por necesidad económica que por, además, interés por el beneficio general. El comportamiento del trabajador cambia mucho las cosas. No obstante, tan solo uno de cada tres trabajadores se siente comprometido laboralmente con su empresa y está dispuesto a realizar sobresfuerzos más allá de las responsabilidades definidas para su puesto de trabajo. Además, uno de cada cuatro empleados se declara “atrapado” en su puesto de trabajo y el 31% se encuentra en una situación de “alto riesgo” y en busca de otro trabajo; ambas actitudes, lógicamente, negativas hacia la empresa.
Un buen sueldo puede comprar la satisfacción, el buen trabajo individual, la permanencia... pero no el grado de compromiso empresarial. Eso parece que no tiene precio y que va en función de la manera de ser de cada uno. Pero hay otros factores que influyen más en ese comportamiento, y todos ellos son no materiales.
-Sensación de pertenencia. Es lo más importante para llegar a involucrarse. Saber que saben que estás ahí, que formas parte, que tu trabajo es imprescindible y que los éxitos son tan tuyos como del directivo o del compañero de al lado. Y aquí entra en juego el comportamiento de los jefes: lo ideal es que mantengan informado a todo el mundo que forma parte de un proyecto, todos ellos estén convocados a las reuniones y puedan manifestar su opinión y expresarse. De esta forma se sentirán responsables y tendrán más ilusión por alcanzar la meta colectiva.
-Proyecto interesante. Los trabajadores orgullosos de su empresa se comprometen más con la misma. Si aprecian que los directivos se preocupan de hacer un buen producto o servicio, y no simplemente de ganar el máximo dinero en el menor tiempo posible, estarán más dispuestos a lograr un buen resultado. El afán por el dinero llega a asquear a cualquiera hasta el punto de plantearse si lo que hace va contra sus principios.