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12.12.10

Hay que racionalizar los horarios

Vivimos dentro del mundo laboral todavía excesivamente anclados en la cultura de la presencia, de calentar la silla, sin importar mucho si se hace bien o mal el trabajo.
La vara con la que se mide al trabajador no puede seguir basándose en las horas que pasa en el trabajo ya que lo que importa es el rendimiento. Y no por más horas se hará mejor trabajo.
Si todos estamos de acuerdo en que el número de horas no garantiza la efectividad y ésta es la meta, ¿por qué seguimos sin racionalizar los horarios?
El objetivo debiera ser: lograr que la mayoría de los trabajadores tengan un horario de trabajo flexible, con hora de entrada entre las 7.30 y las 9.00 horas y de salida entre las 16.30 y las 18.00, con una interrupción máxima de 45 a 60 minutos, mientras que el viernes se trabajaría solamente por la mañana. Los beneficios de un horario como este son indudables:
-Conciliar la vida laboral y personal garantiza la estabilidad de la persona y repercute positivamente en el trabajo.
-El trabajador que se siente a gusto porque ve atendidos sus requerimientos personales y familiares es más rentable para su empresa.
-Al ajustar los horarios se trabaja mejor, pues se aprovecha mucho más el tiempo.
-Los trabajadores estarán más pendientes de aquello que tienen que hacer que de cumplir un horario.
-Una persona que trabaja un número racional de horas desempeña sus funciones con más eficacia, creatividad y satisfacción.