La oficina peor que un váter
Un estudio (elaborado con datos de 250 empresas francesas de todos los tamaños) ha revelado que el número de gérmenes presentes en una oficina media es cuatrocientas veces superior al que hay en la taza de un váter y que el 20% de los trabajadores ha contraído alguna vez una enfermedad de tipo contagioso en su lugar de trabajo a causa de la falta de medidas básicas de higiene, pidiendo la baja laboral más de la mitad de estos afectados, lo que correspondería a unas pérdidas para cada empresa, derivadas del absentismo y de la falta de productividad asociada, de 1.000 euros por año y asalariado.
A tenor de los resultados, las zonas con una mayor concentración de microbios son lugares quizá poco evidentes como las puertas (38 por ciento), los botones del ascensor (20 por ciento), las barandillas (14,5 por ciento) y las máquinas distribuidoras (10,5 por ciento).
A la vista de estas cifras, los responsables del informe recuerdan que gestos muy simples, como lavarse las manos antes de comer -algo que admite no hacer el 25 por ciento de los hombres encuestados-, pueden reducir el riesgo de contaminación en hasta un 30 por ciento. De hecho, un experimento llevado a cabo en una de las empresas que incluía iniciativas como la presencia de carteles informativos o el cambio de toallas por servilletas de papel en el baño logró una caída del absentismo del 40 por ciento tras once semanas de adaptación a las nuevas condiciones. Y es que si tenemos en cuenta que una persona se mete la mano en la boca de media dos veces por hora, es fácil entender cómo los gérmenes que están en el ambiente y en los objetos llegan al tubo digestivo. (Está larga y científicamente demostrado que lavarse sistemáticamente las manos tras usar el baño y antes de comer reduce de forma notable el riesgo de afecciones respiratorias y digestivas.)
A tenor de los resultados, las zonas con una mayor concentración de microbios son lugares quizá poco evidentes como las puertas (38 por ciento), los botones del ascensor (20 por ciento), las barandillas (14,5 por ciento) y las máquinas distribuidoras (10,5 por ciento).
A la vista de estas cifras, los responsables del informe recuerdan que gestos muy simples, como lavarse las manos antes de comer -algo que admite no hacer el 25 por ciento de los hombres encuestados-, pueden reducir el riesgo de contaminación en hasta un 30 por ciento. De hecho, un experimento llevado a cabo en una de las empresas que incluía iniciativas como la presencia de carteles informativos o el cambio de toallas por servilletas de papel en el baño logró una caída del absentismo del 40 por ciento tras once semanas de adaptación a las nuevas condiciones. Y es que si tenemos en cuenta que una persona se mete la mano en la boca de media dos veces por hora, es fácil entender cómo los gérmenes que están en el ambiente y en los objetos llegan al tubo digestivo. (Está larga y científicamente demostrado que lavarse sistemáticamente las manos tras usar el baño y antes de comer reduce de forma notable el riesgo de afecciones respiratorias y digestivas.)